En su lindero norte, desde el que se accede, la parcela está rodeada por un espectacular bosquete semicircular de carbayos de gran porte, algunos de los cuales están dentro de la propiedad.
Hacia el lindero contrario, el sur, se encuentra la autovía, que pese a estar a una cota muy inferior con respecto al nivel de la parcela y existir una franja vegetal de separación con ésta, supone una fuente importante de ruido no deseado.
Las anteriores características, sumadas a la orientación y al hecho de que las vistas se abren hacia el sureste, suponen que se decida ubicar la casa lo más próxima posible al lindero norte, al abrazo de los árboles, y protegido por estos de los vientos fríos.
Así mismo, aprovechando el ligero desnivel existente en subida hacia el sur, se decide posicionar la casa al nivel del camino de acceso, de tal forma que parte de la vivienda, y en especial su porche estancial al sur, quedan ligeramente enterrados con respecto al terreno circundante y más protegidos así del ruido de la autovía.
Los dos volúmenes principales que componen la vivienda se materializan con cubierta inclinada a un solo agua, en pendiente creciente hacia los árboles para enfatizar su gran abrazo, y destacar su protagonismo como auténtico leimotiv de la arquitectura. Las fachadas tendrán un acabado en tonos naturales, similares a los de la teja, que buscarán integrase con el paisaje y la naturaleza.
Ambos porches se conciben como marquesinas sutiles, cuyo papel es enlazar discretamente los volúmenes cerrados y generar un jardín interno protegido y acogedor.
El resultado es una vivienda de gran riqueza espacial, y con una escala controlada y ajustada a las dimensiones de la parcela, en la que la implantación y formas del edificio son una respuesta directa y racional a los condicionantes del entorno y al programa de necesidades del edificio.