La parcela, de forma trapezoidal, es de tamaño medio, y destaca por su pronunciada pendiente. Situada en el extremo sur de la agrupación principal de casas de la aldea, tiene unas vistas fabulosas del entorno hacia el sureste y suroeste.
Por ello, parece idóneo emplazar la edificación en su mitad norte. De esta forma se consiguen varios objetivos, principalmente orientar la vivienda hacia las vistas y el sol de mediodía, liberando como espacio de jardín la mitad sur de la parcela, y evitando así la sensación de “empozamiento” que tendríamos en caso de ubicarnos en la parte más baja.
Para dialogar con su entorno, el proyecto confía en la sabiduría tradicional y se orienta de igual manera, desarrollándose en un total de seis módulos adyacentes, de idénticas dimensiones –cuatro interiores y dos exteriores-. Sobre ellos se dispone la cubierta que los unifica, a dos aguas y de teja.
La casa se desarrolla completamente en planta baja, en dos niveles ligeramente distintos, con el fin de adaptarse a la topografía: uno para la vivienda principal (a una cota media de la parcela), y otro inferior para el dormitorio de invitados y la cochera. La elección de la cota tiene un efecto directo en la relación de la casa con el pueblo, de tal forma que desde el camino norte ésta queda parcialmente enterrada, apreciándose únicamente su cubierta tendida. Hacia su fachada sur la vivienda emerge, abriéndose al entorno y a la naturaleza, con grandes ventanales.
Se propone una entrada basada en la tipología tradicional, a través de un pequeño zaguán cubierto y con banco. Al zaguán le sigue el porche principal, también cubierto, pero aún exterior, estableciendo claros grados privacidad progresiva. Esta misma estrategia de privacidad se repite dentro de la vivienda.
El espacio interior quiere ser continuo y libre, y para ello se proyectan unos pórticos de 1m de ancho, que sirven de separación para cada uno de los módulos que componen la casa y en los que se resuelve toda la estructura vertical y el mobiliario fijo, liberando el resto de las estancias.
El resultado es una vivienda de gran riqueza espacial, y con una escala controlada y ajustada a las dimensiones de la parcela, en la que la implantación y formas del edificio son una respuesta directa y racional a los condicionantes del entorno y al programa de necesidades del edificio.